Él fue el pionero de los campeones mundiales dominicanos y aun 51 años después de su desaparición física, los más cotizados contendores locales han fracasado en rescatar la corona del mundo de la categoría liviano que obtuvo en 1968.
“Soy cristiano hace unos años, no creo en cosas malas por encima de Dios, pero los espíritus existen… y de la forma en que Teo murió al parecer se quedó con el deseo de ganar de nuevo su faja.
“Creo eso porque fue una ‘suciesa’ lo que le hicieron en California, los dos estaban mal cortados debajo y arriba de los ojos, ‘bañao’ en sangre ambos y pararon la pelea y declararon ganador a ese muchacho que no ‘salía’ con Teo ni boxeando ni a los palos, fue localista ese nocaut técnico. ¡Parece que su espíritu busca su corona todavía!”, Víctor Ramírez Céspedes, vecino de infancia de Cruz en el ensanche Ozama.
Teo irrumpió en el mundo boxístico en junio de 1968 al destronar a al boricua Carlos Ortiz de los cinturones unificados de la Asociación y el Consejo Mundial de Boxeo.
Estrenó con éxito sus fajas ante el joven Mando Ramos en Los Angeles, California; también salió airoso en una pelea no titular en Japón. A inicios de 1969 le ofreció el desquite al joven de 19 años, Ramos, y perdió por nocaut técnico en el undécimo episodio.
Cuentan que hizo lo imposible por marcharse aquel domingo gris 15 de febrero de 1970 a pesar de algunos obstáculos que se le presentaron incluso, en el aeropuerto, donde un documento de su esposa desapareció y solo por su relevancia social deportiva la dama fue exonerada luego de un largo diálogo… También su hermano Leo le pidió que le acompañara a Panamá, donde representaría al país en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1970, le prometió estar presente haciendo un vuelo directo…
Eduardo Curet es un vecino muy cercano a la familia Cruz y recuerda lo siguiente: “luego de dejar a Teo y a su familia en el aeropuerto, nosotros veníamos tranquilos llegando a la ‘bomba’ de gasolina de la avenida Sabana Larga y escuchamos un boletín de un noticiario en la radio que daba cuenta que el avión en el que iba Teo se cayó acabando de salir”.
“Ya usted puede imaginarse el momento que vivimos ahí, no encontrábamos qué hacer, cuando pudimos llegar al área para mirar al mar, eso estaba lleno de gente y se veían pedazos de ropas flotando y otras cosas que iban en el avión”, recuerda abstraído Curet. “He visto muchas cosas en mi vida, pero creo que ese ha sido el día más triste que he vivido… la gente se lanzó a la calle del barrio gritando y en toda la orilla del mar en Las Américas había gente pobre y de alta sociedad llorando junta”.
Todos murieron
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