La transmisión de tradiciones de generación en generación es un proceso natural y propio de cualquier cultura. Quienes saben aprovecharla, pueden engendrar elementos culturales que se convierten en fuertes atractivos para turistas y excursionistas.
Es así como en México sobrevive con fuerza la celebración del Día de los Muertos, donde se festeja a las almas que ya no habitan la Tierra. Esta tradición, que mantiene una fuerte captación de adeptos, se originó antes de la llegada de los conquistadores europeos. Otro ejemplo es Guatemala, país que, al igual que México, no deja morir las tradiciones de la cultura maya, ofertando al visitante el Museo Regional del Mundo Maya, donde se recrean las tradiciones ancestrales que proceden de esta sobresaliente civilización.
Las tradiciones, si no se cultivan de la manera correcta, pueden sufrir modificaciones imperceptibles que, al acumularse, hacen que se pierdan el valor histórico y el arraigo cultural, y se transforman en nuevas prácticas y nuevas costumbres. Esto se extrapola con el natural proceso de transculturación que viven los pueblos pobres y sujetos a las constantes influencias foráneas.
San José de Ocoa inició su historia como tal a principios del siglo XIX, a pesar de que tiene su génesis en los taínos y posteriormente fue enriquecida por la presencia de esclavos alzados; tal vez en algún punto, protagonizada por ambos grupos de manera conjunta. Fue el arribo de los banilejos la que marcó el inicio de la recopilación escrita de la historia de esta zona. Nuestra historia se fue forjando con la influencia primigenia, la del africano liberto y la de europeos y asiáticos que encontraron buen refugio en esta próspera tierra, irrigada por caudalosos ríos y rica en fertilidad. De todos estos grupos heredamos nuestras tradiciones, muchas de las cuales son compartidas con otras zonas de la geografía nacional. Nuestra herencia cultural es rica, y cada clase social prioriza las tradiciones de su entorno..
Esto permitió que decenas de jóvenes encontraran un espacio constructivo en el cual desarrollar sus destrezas, y al mismo tiempo alejarse de las crecientes maldades y tentaciones de la vida moderna. La mayoría de las presentaciones se realizaban en el desaparecido bar Tres Rosas, frente al parque Libertad, y tenían un apoyo extraordinario del público, envidiable en estos días para cualquier artista de renombre. Gracias a esos bailes, todavía algunos ocoeños conocen la mangulina y el carabiné.
En la misma se incluían elementos tales como las marimantas, tradiciones taínas, comparsas negroides; vida del campo, biodiversidad, medio ambiente y otros. En cada celebración era notoria la presencia de un “Rey Momo”, personaje destacado en el plano cultural, quien era el monarca simbólico de la fiesta de la carne.
Este carnaval contaba con un amplio equipo de gestión, encabezado por la veterana Prof. Ramona Santana de Lavigne; pero con el paso del tiempo el Carnamaniel cambió de rumbo y ya Ocoa lleva varios años sin que sus calles sientan la alegría y el entusiasmo característicos de esta celebración. Todavía subsiste el carnaval escolar.
La tradición culinaria ocoeña tiene en buen lugar al pan de batata, todavía presente en colmados y en las bandejas de vendedoras ambulantes. También la producción de torrejas, majaretes de maíz verde y una extensa variedad de dulces, teniendo protagonismo el de leche, de maní, de coco, de batata; la naranja rellena y el pote de dulce de higo. A pesar de ser contrario a las recomendaciones de salud, las torrejas parecen adquirir un sabor especial, al ser procesadas en un aceite que ya ha tenido varios usos; y las arepitas de yuca tienen su delicioso toque final al agregar anís a los ingredientes.
En lo referente a la agricultura, todavía se conservan yuntas para bueyes, coas, arados, máquinas despulpadoras de café, entre muchos otros instrumentos, testigos de las prácticas del humilde campesino.
Rancho Arriba, municipio perteneciente a la provincia San José de Ocoa, cuenta con una relevante actividad cultural, siendo considerado cuna de un importante conglomerado de aborígenes. Sobre el particular, el Prof. Víctor Martínez manifiesta que muchos de los habitantes de la zona son descendientes directos de los taínos, pues sus ancestros no vinieron de ningún lado.
Sobre el particular, Tejeda señala lo siguiente: “El propósito fundamental de este proyecto es el rescate, la conservación, documentación, exhibición y difusión del patrimonio arqueológico, histórico, antropológico, cultural y artístico ocoeño, en todas sus manifestaciones; así como promover el conocimiento y la valoración de dicho patrimonio material e inmaterial de Ocoa, a través de exposiciones permanentes y temporales, actividades artísticas, folclóricas, formativas e investigativas”.
Esta iniciativa está inspirada en grandes y pequeños establecimientos museísticos alrededor del mundo y cuenta con un amplio equipo de profesionales y gestores culturales. Ha contado con diversas colaboraciones. Pero todavía queda mucho por construir, siendo este uno de los grandes retos presentes.
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