El descontento en la población dominicana es palpable, y el desplome del servicio eléctrico es quizás la manifestación más visible de este deterioro. Apenas hace cinco años, los apagones parecían cosa del pasado. Hoy, con la llegada de Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM) al gobierno, este problema ha regresado con una fuerza que irrita a la ciudadanía. Esta irritación ha despertado la furia de un pueblo dormido; la capacidad de aguante se está terminando y la luna de miel que el pueblo les tenía a los funcionarios y al propio ciudadano presidente se ha agotado.
Un perdón calculado.
Observar al presidente visitar Punta Catalina y reflejar un rostro de frustración, visualizando la indignación del mandatario al ver la incapacidad de su gobierno para dar los resultados esperados en materia eléctrica, nos muestra un momento clave. Con un perdón entre los labios, sus asesores, muy astutos, prácticamente lo obligan a rendirse ante la incapacidad gubernamental. Como hemos aprendido, cuando un presidente pide perdón, es porque la presión es demasiado grande y el costo de no disculparse supera los riesgos de admitir un error. En la política, la espontaneidad es una estrategia cuidadosamente calculada. Cada movimiento y declaración busca un objetivo preciso, evitando cualquier gesto fortuito que pueda ser usado en su contra.
La raíz del problema: nepotismo y clientelismo.
El presidente Luis Abinader también debe pedir perdón porque, al parecer, sus asesores —y por qué no, usted mismo— están más enfocados en vender la imagen de un país brillante por fuera, aunque esté podrido por dentro. Durante esta gestión, las «botellas» (empleados fantasma) se han incrementado de forma brutal, y hace días ya le hablé de las figuras faraónicas que hay en su gobierno, con ribete de pichones de dictadorcitos.
Le solicité que ponga el ojo en estas figuras que, en vez de hacer un bien o un aporte a su gestión, le están haciendo mucho daño y creo que por eso debería pedir perdón. Han permitido que el nepotismo y el clientelismo florezcan, creando figuras «faraónicas» que actúan como si el Estado fuera una finca de su propiedad, ajenos a las necesidades de la gente.
Señor presidente, le reiteramos que despierte y que abra los ojos, no queremos que nuestras plegarias caigan en el vacío. Le recuerdo que todavía hoy resuena en el oído de los opresores el Sermón de Adviento, especialmente conocido por ser el pronunciado por Fray Antonio de Montesinos en 1511. Es momento de frenar el abuso de poder que ejercen esas figuras faraónicas contra los dirigentes.
El llamado al relanzamiento Le dije que ahora mismo tiene que enfocarse en terminar bien su mandato, que debe realizar una limpieza en su gobierno, relanzarlo y presentar una nueva imagen al pueblo dominicano. Pero no solo una nueva imagen, sino que esta imagen venga acompañada de resultados positivos para su gestión y para el país. Si logra esto, el perdón tendrá un verdadero significado; de lo contrario, será solo un gesto vacío, un cálculo más en el juego de la política.

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